Durante la presentación de su libro La marimba en Chiapas. Evolución y desarrollo musical, el Dr. Israel Moreno pronunció una frase que quedó resonando profundamente en mí: “La marimba no se olvidó de México, México se olvidó de la marimba.”
Esta afirmación va más allá de ser una sentencia poética; es una crítica directa que desnuda el abandono histórico y cultural al que ha sido sometido uno de los instrumentos más emblemáticos y vitales del sureste mexicano.

Foto: Francisco Bernal.
Una riqueza marginada.
La marimba ha sido mucho más que un simple instrumento; ha formado parte esencial de la vida cotidiana, festiva y ceremonial en estados como Chiapas, Tabasco, Oaxaca y Veracruz. Su sonido particular no solo define la identidad sonora de estas comunidades, sino que también mantiene viva la expresión cultural de pueblos que la han sostenido generación tras generación.
Sin embargo, y pese a esta riqueza histórica y musical, la marimba ha sido sistemáticamente marginada en los discursos oficiales sobre la música mexicana. Lo digo porque, recientemente, descubrí que muchos estudiantes de percusiones en México —que en su formación académica tocan marimba— no conocen su origen ni la forma en que se interpreta en el sureste del país. También ha ocupado un lugar secundario, cuando no completamente ausente, en los espacios académicos, institucionales y culturales de alcance nacional.
Es una paradoja: un instrumento que define la identidad de millones de personas es, al mismo tiempo, invisible en las narrativas que construyen la identidad nacional.
Cómo la marimba sigue viva
Irónicamente, mientras el Estado y las instituciones culturales han mostrado poco interés —por no decir desinterés o desconocimiento—, la marimba ha seguido evolucionando y renovándose. Gracias a la transmisión oral, al trabajo constante de familias de marimbistas y a la resiliencia de músicos y comunidades, su técnica se ha enriquecido, su repertorio se ha ampliado y su impacto social sigue vigente.
Esto revela un fenómeno preocupante: aunque México ha olvidado a la marimba, la marimba nunca ha dejado de hablarle al país, de expresarse y sostenerse como símbolo vivo de identidad y resistencia.
Y, sin embargo, incluso en los estados donde la marimba es parte de la vida diaria, muchas veces no se percibe como un elemento cultural propio, sino como simple entretenimiento o atracción turística. La marimba sigue presente en fiestas públicas y privadas, pero no se le ha otorgado el reconocimiento que merece por su aporte histórico al desarrollo musical de México.
En Chiapas, por ejemplo, existe un festival internacional dedicado a la marimba, pero su difusión no tiene la fuerza ni la intención de posicionarlo como un verdadero orgullo cultural. Muchas veces, la promoción no llega ni siquiera al público local, y da la impresión de que el festival se organiza solo por cumplir. Cada año tiene menos presupuesto, menos días de duración y menos visibilidad. Si no fuera por unas cuantas personas que aman profundamente este instrumento, ese festival —el único que intenta dignificar a la marimba como símbolo estatal— ya habría desaparecido.

Foto: Francisco Bernal.
Del olvido al rescate
Entonces, ¿verdaderamente México se olvidó de la marimba?.Sí, aunque no del todo. En México, cuando se habla de música tradicional o típica, rara vez se menciona a la marimba. Y cuando se hace, es apenas por compromiso, sin profundizar en su historia ni en su valor cultural. Esto provoca que mucha gente no conozca el instrumento ni lo asocie con la identidad nacional. De hecho, en el norte del país, el conocimiento sobre qué es una marimba o de dónde proviene es escaso o inexistente.
Pero lo más preocupante no es que México la haya olvidado. Lo verdaderamente alarmante es que Chiapas también empieza a hacerlo. Cada vez menos jóvenes la escuchan, la tocan o la reconocen como parte de su identidad. En muchas comunidades, la marimba ya no es más que música de fondo para turistas o eventos oficiales, sin el respeto ni la presencia que merece.

Foto: Francisco Bernal.
Aun así, hay señales de esperanza. Proyectos en Chiapas como Na’rimbo, Ritmando, Nacaimo, Marimberas, o el grupo Son Rompe Pera en el Estado de México, están demostrando que la marimba puede seguir viva, dialogando con nuevas generaciones desde otros lenguajes y espacios. Son prueba de que no todo está perdido. México comienza a recordar a la marimba. Pero sería una gran ironía que, cuando eso ocurra del todo, Chiapas ya la haya olvidado.
¿Qué opinas tú?
¿La marimba aún tiene un lugar o futuro en la música mexicana? ¿La escuchas en tu entorno?
Si eres músico o estudiante de música:
¿En tu formación te enseñaron algo sobre la marimba tradicional mexicana? ¿Conoces su historia o cómo se toca en el sureste del país?
Me encantaría leer tu experiencia o punto de vista en los comentarios. Tu perspectiva también puede ayudar a visibilizar lo que es la marimba hoy.
Todas las imágenes fueron tomadas por el autor o compartidas con permiso. Se utilizan únicamente con fines informativos y culturales.
Concuerdo mucho contigo, soy del Estado de México, estudié profesionalmente música pero jamás abordamos ni hablamos de la marimba mexicana. Todo lo que sé del instrumento estudié gracias a maestros que admiro como Israel moreno, Alexander cruz y hasta de Keiko Kotoku. Es triste que en la educación no enseñen la historia ni la técnica de la marimba mexicana o chiapaneca. Pero soy fiel en promocionar y propagar este bello instrumen. Viva la marimba. Viva la música. Viva el arte